Originariamente,
el tango nace a fines del siglo XIX de una mezcla de varios ritmos
provenientes de los suburbios de Buenos Aires. Estuvo asociado desde
un principio con burdeles y cabarets, ámbito de contención
de una población inmigrante netamente masculina. Debido a
que solo las prostitutas aceptarían dicho baile, en sus comienzos
era común que el tango se bailara por una pareja de hombres.
Pero
el tango como danza no se limitó a las zonas bajas o a sus
ambientes cercanos. Se extendió también a los barrios
proletarios y empezó a ganar aceptación "en las
mejores familias", sobretodo después que el baile tuvo
éxito en Europa.
La
melodía provenía de flauta, violín y guitarra.
Posteriormente, la flauta fue reemplazada por el "bandoneón".
Los inmigrantes contribuyeron añadiendo aires de nostalgia
a las canciones y de ese modo el tango se fue desarrollando y adquiriendo
un sabor único.
Carlos
Gardel fue el creador del tango-canción. Fallecido en 1935
a los 45 años en un accidente aéreo, fue el gran divulgador
del tango en el extranjero. En los 60, en cambio, el genero fue
ignorado fuera de la Argentina. Resurgió renovado por Astor
Piazzolla, quien le dió una nueva perspectiva, rompiendo
con los esquemas del tango clásico.
Hoy el tango está más vivo que nunca, no como el fenómeno
de masas que lo engendró, sino como incuestionable elemento
identificatorio del alma porteña y en permanentes evocaciones
desparramadas por todo Buenos Aires.
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